Iberia vuelve a saltar a los medios de comunicación nuevamente por el conflicto que se vive actualmente en sus entrañas, un conflicto en el que se entremezclan las reivindicaciones laborales de sus empleados con tintes patrios, achacándose buena parte de las culpas de la situación actual de la compañía de bandera española a su socia en el grupo IAG, la británica British Airways.

Un pulso constante entre trabajadores y compañía

El pulso entre trabajadores y compañía tiene sus raíces en noviembre de 2011, cuando la dirección de Iberia anunció la creación de su filial Iberia Express para los vuelos de corto y medio radio, que no fue bien vista por los pilotos. En noviembre del pasado año, IAG, la empresa resultante de la fusión entre Iberia y British Airways, anunció un severo plan de ajuste que preveía inicialmente la reducción de la capacidad de la compañía española en un 15%, la salida de 4.500 trabajadores y una reducción de sueldos de entre el 25 y el 30%. IAG se ha mantenido inflexible en sus condiciones después de que los trabajadores rechazaran la última propuesta de Iberia. Desde hoy, la pelota está en el tejado del Ministerio de Fomento, que contempla la posibilidad de imponer un nuevo arbitraje.

Uno de los más importantes problemas que tiene Iberia en estos momentos es la imposibilidad de competir en igualdad de condiciones con las compañías de bajo coste en el corto y medio y radio, y con las compañías latinoamericanas, en el largo radio. Éstas se han fortalecido financieramente después de afrontar fuertes procesos de reestructuración y están empezando a crear grandes gigantes del sector.

¿Cuál es el coste de personal de Iberia?

A pesar de que en lo que va de siglo la plantilla de Iberia ha pasado de 27.523 trabajadores a los poco más de 20.000 de ahora, el coste unitario medio de cada trabajador se ha encarecido en un 30%. Eso, junto con otros problemas estructurales, ha determinado que Iberia haya pasado de ser la decimoctava compañía aérea del mundo en 1992 a ocupar el puesto treinta en el ránking. Mientras en 2001, con una plantilla de 27.523 trabajadores, el coste unitario medio por empleado era de 49.450 euros, en 2011, últimos del que existen datos disponibles, el coste pasó a ser de 64.392 euros, un 30% superior.

Los tripulantes de cabina de pasajeros (TCP) cuestan por término medio a Iberia alrededor de 64.000 euros. El coste medio de un TCP en Vueling o Iberia Expréss es un 60% inferior, al hablar de 27.000 y 25.000 euros, respectivamente. Lo peor no es sólo que ganen más y, por tanto, cuesten más. Es que trabajan 212 horas menos que en Iberia Express y 161 horas menos que en Vueling. Trasladado a costes por hora volada, las diferencias se hacen aún más notables: 95,1 euros frente a 28,2 (Vueling) y 32,4 (Iberia Expréss).

Si la comparación se realiza en los vuelos de largo radio, el coste medio del competidor de referencia en Iberoamérica es un 56% inferior al de Iberia, con una productividad un 12% más elevada. Por hora volada, la aerolínea con la que Iberia tiene que competir en los diferentes mercados del Atlántico sur es un 61% más barata. Traducido a sueldo, el coste de un TCP de largo radio en Iberia es de 80.000 euros/año frente a los 35.000 de su competidor. La diferencia, un 61%.

En el caso de tierra, la subida de sueldos desde 2001 ha sido del 34%, aunque si se tienen en cuenta los incrementos derivados de la antigüedad y la progresión profesional el aumento alcanza el 52%, el mismo de los pilotos.

Sólo una compañía paga mejor a sus comandantes que Iberia y otra, prácticamente lo mismo: 200.000 euros brutos anuales. La media se sitúa en 177.000 euros, aunque hay líneas aéreas que abonan poco más de 105.000 euros. Hay que recordar que las compañías de bajo coste no están asociadas a la AENA, por lo que si se incluyeran éstas la media bajaría aún más.

Sin embargo, hay quienes apuntan que, aunque los costes operativos de la compañía constituyen realmente un problema para la viabilidad de Iberia, no sería menos cierto que British Airway estaría aprovechando la situación para adoptar una posición dominante frente a la compañía española. Así, algunos expertos afirman que los términos en los que se acordó la fusión entre ambas compañías son “perjudiciales para la compañía española” y que los mercados de Iberia y British Airways “no son independientes”. Por lo tanto, “esta fusión no podrá ser nunca entre iguales”.